lunes, enero 14, 2008

Estado Neoliberal V/S Pueblo Mapuche

Desde la llegada de los españoles a territorio chileno, se remonta la cruel represión y abuso en contra del pueblo mapuche.
Han pasado cientos de años, decenas de gobiernos, democráticos o no, que han hecho una guerra constante para subyugar a la Araucanía.
Sin embargo, esta extensa historia de infamias, ha tenido variados matices, y el escenario del conflicto en la actualidad dista bastante de lo que era esta probemática siglos atrás.
En primera instancia, debemos darnos cuenta, de cómo el Estado chileno, usa las armas que le entrega el Neoliberalismo para combatir al Pueblo mapuche, armas que aparte de ser militares, son de comunicación, de lavado de conciencias y de alienación de masas, que son mucho más eficaces al momento de disfrazar este Chile inhumano, y de montar el gran mito del país desarrollado y toda esa verborrea concertacionista.

Basta con mirar los noticieros, leer la prensa, o escuchar algún programa de debate político con periodistas al servicio de un Canal de Renovación Nacional, para darse cuenta de cómo la lucha de los mapuches se ha criminalizado, y se les tilda de terroristas al momento de reivindicarse como pueblo, y de buscar un poco de dignidad ante tanto abuso al cual son sometidos.

En más de una oportunidad lo he mencionado, y lo seguiré repitiendo hasta el cansancio, los medios de comunicación están al servicio de los más ricos, de los latifundistas como Jorge Luchsinger que financian partidos de ultra-derecha como la UDI, los medios de comunicación son parte y cómplices de los crímenes a los mapuches, del asesinato de Alex Lemún, Juan Collihuín y Matías Catrileo, del encarcelamiento injusto de comuneros mapuches en Angol, al no informar a la ciudadanía la real causa de su condena, del irregular proceso judicial por el que debieron pasar, gracias a la Ley Antiterrorista de Pinochet, y así un sinfín de hechos en el que la elite política, los que concentran el poder económico, y sus medios de comunicación están unidos por un solo fin.

Por el otro lado, tenemos al Pueblo Mapuche, que según la encuesta CASEN de 2006, sus condiciones de vida son pésimas, debido al gran índice de pobreza en las comunidades mapuches, la cesantía, la mortalidad infantil y el analfabetismo. Por lo que podemos deducir, que estamos frente a una de las tantas ironías del Neoliberalismo, ya que por una parte, está este pueblo ancestral viviendo en condiciones de extrema pobreza, y por el otro están los grandes empresarios, que se hacen cada vez más ricos a costa de los territorios que les usurparon a nuestros antepasados.

Frente a esta situación es que se encuentran los mapuches, con sus fortalezas y falencias, luchando por justas y razonables reivindicaciones que les han arrebatado durante siglos, y se han agudizado con el Neoliberalismo, que trae entre una de sus consecuencias, la aplicación de la Ley Antiterrorista, como medida de represión en contra de todo tipo de expresión del movimiento popular, ya sea de los pueblos originarios, como del pueblo trabajador, que en la práctica son uno solo.

Junto con esto, cabe mencionar que el Estado chileno no ha ratificado el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre pueblos originarios, que convertiría a Chile en una nación plurinacional, como lo son otros países latinoamericanos, y le otorgaría al pueblo mapuche una serie de derechos legítimos, que probablemente, tras la tramitación de este convenio en el parlamento, sea completamente reformulado por la derecha y la concertación, con el fin de que no afecte sus intereses y el de sus representados, los grandes empresarios dueños de Chile.

En definitiva, el Estado chileno no puede hacer oídos sordos frente a las demandas del pueblo mapuche, que de una u otra forma se hará escuchar, usando todos los medios posibles de lucha, como lo ha hecho hasta el momento.

Por otra parte, los que conforman las diversas agrupaciones y movimientos de la causa mapuche, deben entender que con sectarismos no es posible avanzar una larga distancia con sus reivindicaciones, y que la unidad en la lucha es una premisa esencial que deben tener en cuenta. Como mencioné anteriormente, el pueblo mapuche, y el pueblo trabajador son uno solo, por lo tanto, sus problemáticas y luchas reivindicativas, deben ser en torno a una convergencia amplia, y en torno a objetivos amplios y de transformación social. He ahí la diferencia entre el uso del sentido común, que ve en los sucesos sociales causas particulares, y el método de análisis dialéctico, en el que la particularidad tiene relación con un proceso global, cuyo único desenlace es tras la lucha de dos fuerzas contradictorias dentro de la sociedad.

En síntesis, para vencer en la lucha, no basta con acciones audaces y mediáticas, es necesaria una estructura política orgánica que sea guía en un proceso de cambio, sin duda, esa es la gran falencia del pueblo mapuche, la falta de organización política, unidad, y estructura.